La inmunización del laboratorio japonés Takeda protege contra cualquiera de los cuatro tipos de esta enfermedad.
La vacuna contra el dengue, una enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti que ha causado brotes en Argentina con más de 130,000 casos y 65 muertes este año, llegará al país entre los últimos días de octubre y los primeros de noviembre. Esta noticia fue confirmada por Eduardo López, director del departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y asesor del Gobierno durante la pandemia de COVID-19.
La vacuna, desarrollada por el laboratorio japonés Takeda bajo el nombre de TAK-003, se basa en el «virus del dengue 2» y contiene ADN de los otros tres serotipos del virus, brindando protección contra los cuatro tipos de la enfermedad. La administración de la vacuna requiere dos dosis, con un intervalo de tres meses entre ellas, y su almacenamiento es sencillo, en heladera a una temperatura de 2 a 8°C.
Los resultados del estudio clínico TIDES han demostrado que la vacuna reduce en un 84 por ciento las hospitalizaciones por dengue y en un 61 por ciento el riesgo de dengue sintomático con solo dos dosis. Además, mostró un excelente perfil de seguridad. El estudio incluyó a cerca de 20,000 participantes sanos en zonas endémicas, siendo el relevamiento más grande jamás realizado por Takeda en sus dos siglos y medio de historia.
La vacuna, conocida como Qdenga, recibió su primera aprobación en agosto de 2022 en Indonesia y posteriormente en la Unión Europea en diciembre de 2022. Recientemente, fue aprobada por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa).
Aunque aún no se detalló la estrategia de vacunación en Argentina ni el costo de las vacunas, se espera que la vacuna esté disponible para personas mayores de cuatro años y se podría considerar una estrategia similar a la de la fiebre amarilla, enfocándose en las zonas de mayor intensidad de dengue. Sin embargo, el dengue se urbanizó en grandes ciudades, lo que podría requerir una estrategia de vacunación más amplia.
En cuanto a los efectos adversos, la vacuna genera síntomas manejables, como fiebre o dolor en el sitio de aplicación, similares a las vacunas contra el COVID-19. La protección proporcionada por la vacuna es de al menos cinco o seis años, con la posibilidad de que sea aún mayor, aunque se necesitan estudios adicionales para confirmarlo. La vacuna podría beneficiar especialmente a los grupos de riesgo y a aquellos que ya han tenido dengue, ya que pueden desarrollar una forma más grave de la enfermedad si se infectan con otro serotipo. Sin embargo, se requiere una cuidadosa planificación para su implementación a nivel nacional.