La empresa estatal Energía de Misiones atraviesa un proceso de reestructuración interna. En el último año, más de 300 empleados fueron desvinculados en toda la provincia. La medida forma parte de una política de control y eficiencia impulsada por la actual conducción. El objetivo es optimizar recursos y fortalecer la supervisión interna.
El plantel de trabajadores pasó de cerca de 2.000 a poco más de 1.700 empleados. Esta reducción se dio en un contexto de sumarios, auditorías y sanciones administrativas. Además, la empresa mantiene congeladas las nuevas incorporaciones y los pases a planta permanente. Así refuerza su esquema de evaluación de desempeño.
Recientemente, se destacó el caso de un empleado del área de toma de estado, desvinculado por irregularidades en las mediciones de consumo. La investigación interna determinó que habría registrado lecturas falsas desde su domicilio. El caso fue descubierto tras reclamos de usuarios del interior provincial.
Desde la empresa confirmaron que aplican una política de “tolerancia cero” ante irregularidades. La intención es fortalecer la transparencia y recuperar la confianza de los usuarios.
La conducción sostiene que estas acciones buscan mejorar la calidad del servicio y garantizar una estructura más profesional. “Se están revisando los mecanismos de control, asistencia y cumplimiento de tareas para asegurar que cada empleado cumpla con sus funciones”, indicaron fuentes cercanas a la administración.
Por su parte, los equipos técnicos y gremiales expresaron preocupación por la carga laboral y el impacto de la reducción de personal. Sin embargo, Energía de Misiones aclaró que la decisión no busca un ajuste masivo, sino un ordenamiento administrativo que priorice eficiencia y responsabilidad en el servicio.
Con esta reestructuración, la empresa reafirma su compromiso con los usuarios y el fortalecimiento institucional en toda la provincia.
